martes, 29 de septiembre de 2015

El síndrome Salieri

La verdad es que la última entrada del blog lleva haciéndome reflexionar sobre el ego del artista incontables horas. Y por coincidencias de la vida, veo que muchos amigos y conocidos del sector hablan del tema. Reflexionando sobre cómo manejar mi ego, me he acordado del personaje FICTICIO de Salieri (y resalto la palabra “ficticio” porque hablo del Antonio Salieri de la película “Amadeus”, no del personaje histórico). Ese compositor que, aún teniendo una vida y posición más que acomodada y respetable, exitosa a todas luces, envidia el talento que no puede conseguir, aquel con el que solo se puede nacer. Quizás todos nuestros pequeños (y no tan pequeños) egos sean geniecillos Salieri, anhelando y envidiando lo que no tenemos. Pero, probablemente, nosotros nos vemos como Salieri mientras otros nos ven como su Mozart particular. Probablemente no haya tanta diferencia entre ser uno u otro. Seguramente todos somos envidiados o admirados por alguien. Quizás todos somos candidatos a ser Eva Harrington.

¿Es tan importante ser grande? ¿Es necesario ser “el mejor”? Me encantaría llegar a ser solista de ópera, la verdad, es mi sueño dorado (tranquilos, no hace falta que explotéis mi burbuja, soy una soñadora, no una demente), pero ¿acaso no sería feliz como integrante en el coro de un pequeño teatro de la ópera? Claro que pensaría: “Ojalá hubiese llegado a...” pero ¿eso significa necesariamente ser infeliz? En una ocasión, una violinista rusa me habló de la cantidad de teatros de ópera, con orquesta propia, que hay en Rusia y, sinceramente, pensé: “Qué feliz sería trabajando en uno de esos pequeños teatros” y ni siquiera pensaba en ser solista. Estoy convencida de que así sería. Claro que sueño con llegar alto, como todos, probablemente, pero no todo el mundo puede llegar a número uno, porque si no esa categoría no existiría. Así que también tiene que haber gente que cante en coros de pequeños teatros y disfrute haciendo felices a la gente que no puede ir al Met o a la Ópera Garnier. Y yo disfrutaría, eso seguro, y sería feliz. (Y si no puedo llegar allí tampoco, siempre me quedará la música celta, que eso puedo hacerlo donde y como quiera jajaja).

Ocupémonos de hacer bien nuestro trabajo y disfrutar lo que hacemos! Es tan difícil no compararse con los demás, tan fácil culpar al entorno y no asumir que “no lo hice suficientemente bien” o “no doy el perfil” e incluso “estaba intentando abarcar algo que no me corresponde”... Pero cuando seamos capaces de mirar solo nuestro trabajo y tener como referencia solo nuestro recorrido, lo andado y conseguido, seremos capaces de valorar lo que hacemos y querernos a nosotros mismos.

Os dejo con un video de Odin Dupeyron, un actor mejicano que en una entrevista hablaba de esto, de pedirle a la vida, de lo que quieres, de ser el número uno... Creo que dice cosas muy útiles y además lo dice de una manera muy graciosa. Espero que os haga pensar, reír y sonreír ante lo que el mañana puede traernos.


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