La verdad es que la
última entrada del blog lleva haciéndome reflexionar sobre el ego
del artista incontables horas. Y por coincidencias de la vida, veo
que muchos amigos y conocidos del sector hablan del tema.
Reflexionando sobre cómo manejar mi ego, me he acordado del
personaje FICTICIO de Salieri (y resalto la palabra “ficticio”
porque hablo del Antonio Salieri de la película “Amadeus”, no
del personaje histórico). Ese compositor que, aún teniendo una vida
y posición más que acomodada y respetable, exitosa a todas luces,
envidia el talento que no puede conseguir, aquel con el que solo se
puede nacer. Quizás todos nuestros pequeños (y no tan pequeños)
egos sean geniecillos Salieri, anhelando y envidiando lo que no
tenemos. Pero, probablemente, nosotros nos vemos como Salieri
mientras otros nos ven como su Mozart particular. Probablemente no
haya tanta diferencia entre ser uno u otro. Seguramente todos somos
envidiados o admirados por alguien. Quizás todos somos candidatos a
ser Eva Harrington.
¿Es tan importante ser
grande? ¿Es necesario ser “el mejor”? Me encantaría llegar a
ser solista de ópera, la verdad, es mi sueño dorado (tranquilos, no
hace falta que explotéis mi burbuja, soy una soñadora, no una
demente), pero ¿acaso no sería feliz como integrante en el coro de
un pequeño teatro de la ópera? Claro que pensaría: “Ojalá
hubiese llegado a...” pero ¿eso significa necesariamente ser
infeliz? En una ocasión, una violinista rusa me habló de la
cantidad de teatros de ópera, con orquesta propia, que hay en Rusia
y, sinceramente, pensé: “Qué feliz sería trabajando en uno de
esos pequeños teatros” y ni siquiera pensaba en ser solista. Estoy
convencida de que así sería. Claro que sueño con llegar alto, como
todos, probablemente, pero no todo el mundo puede llegar a número
uno, porque si no esa categoría no existiría. Así que también
tiene que haber gente que cante en coros de pequeños teatros y
disfrute haciendo felices a la gente que no puede ir al Met o a la
Ópera Garnier. Y yo disfrutaría, eso seguro, y sería feliz. (Y si
no puedo llegar allí tampoco, siempre me quedará la música celta,
que eso puedo hacerlo donde y como quiera jajaja).
Ocupémonos de hacer bien
nuestro trabajo y disfrutar lo que hacemos! Es tan difícil no
compararse con los demás, tan fácil culpar al entorno y no asumir
que “no lo hice suficientemente bien” o “no doy el perfil” e
incluso “estaba intentando abarcar algo que no me corresponde”...
Pero cuando seamos capaces de mirar solo nuestro trabajo y tener como
referencia solo nuestro recorrido, lo andado y conseguido, seremos
capaces de valorar lo que hacemos y querernos a nosotros mismos.
Os dejo con un video de
Odin Dupeyron, un actor mejicano que en una entrevista hablaba de
esto, de pedirle a la vida, de lo que quieres, de ser el número
uno... Creo que dice cosas muy útiles y además lo dice de una
manera muy graciosa. Espero que os haga pensar, reír y sonreír ante
lo que el mañana puede traernos.
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